lunes, 27 de abril de 2015

Don Juan de Gonzalo Torrente Ballester

Tuve la fortuna de que cayera en mis manos la novela de Gonzalo Torrente Ballester, Don Juan. Con pesar, lamento decir que aunque estemos en una época en la que la red nos proporciona los medios para conseguir casi cualquier cosa, en el caso de esta novela es diferente, porque al parecer, no hay una edición electrónica de e-pub en ningún lado y los ejemplares en papel son muy pocos. Tal vez esto se deba a la falta de una valoración adecuada de la obra y no se haya difundido lo suficiente; quizás sea porque el libro data del año 1963, o tal vez, porque hay tantos libros en Internet que recuperar algunos que no tuvieron en su tiempo una resonancia espectacular resulta casi imposible.

Es una lástima que algunos escritores y su obra queden ensombrecidos por la crítica y esto ocasione que con el tiempo se vayan quedando en la completa oscuridad. Sobre este libro se ha escrito muy poco, pero desde mi punto de vista, la obra es una joya de la literatura. En primer lugar porque el tema central es la seducción, creo que el mensaje que trata de dar el autor es el de una interrogante como la siguiente: “¿Qué pasaría si Don Juan se quedara en la tierra con el aspecto de un hombre de cuarenta años y viviera hasta la actualidad?

Para responder tendríamos que pensar en la esencia del personaje que, como suponemos, se dedicaría a seducir a las mujeres, pero está claro que la pura obtención del placer sexual se iría transformando poco a poco en otra cosa porque no es lo mismo seducir a una mujer a los veinte que a los cincuenta, sobre todo en el caso del personaje, que no solo cumplirá cincuenta, sino cuatrocientos y ¿qué pasará con su estrategia para dominar el espíritu femenino? ¿Cuántas cosas descubrirá en las mujeres? y, lo más álgido, ¿qué tipo de placer demandará cuando la satisfacción sexual no sea suficiente o haya pasado a un plan tan banal como el comer o dormir?

 Si consultamos a George Bataille y descubrimos que el erotismo es la incitación a reproducirnos y entre más se haga sentir esa necesidad de unión con el sexo opuesto, a través de las provocaciones, más grande será el deseo. La idea anterior nos llevará al meollo del asunto, pues está claro que el erotismo está en el juego de la seducción y este juego podría llegar a ser cruel, sofisticado o celestial. ¿Hasta dónde podría conducir a una mujer el juego de este seductor experimentado? La respuesta está en la novela.

En segundo lugar, mientras se decide en el cielo, con una prolongada discusión entre Dios y el diablo,  si el alma de don Juan es rescatada del pecado o condenada, el hombre permanece en la tierra y, dada su capacidad de comprensión aprende  a adaptarse a las diferentes épocas, se camufla y sigue con su conducta habitual de gigoló.  En la novela don Juan va acompañado de Leporello, el personaje de la ópera de Mozart, tiene una amante sueca de nombre Sonia, y el personaje principal que es el mismo narrador se ve encerrado en un juego teatral organizado por don Juan y sus compinches. Gracias a los recursos de la novela de ficción que emplea Torrente Ballester cualquier suceso fantástico que se lea suena real. El secreto puede radicar en que hay, en la trama, una pequeña obra de teatro representada en la ciudad de París donde le suceden esas cosas increíbles al narrador.

Otro aspecto muy interesante es el apócrifo del pasaje del pecado original, donde Eva come del fruto prohibido. En esta parte el autor nos persuade a interpretar la actitud de Adán en el paraíso, nos muestra el aspecto psicológico de Adán y de su compañera, la cual desobedece al creador porque se ve asaltada o atosigada por los celos y la intriga. Eva logra que su esposo se solidarice con ella pero, como se dice, en el pecado va la penitencia. En cierta forma, este pasaje es una invitación al razonamiento, quizás el autor nos quiso dar a entender que la actitud del hombre, al seducir a las mujeres engañándolas, es una forma de pequeña venganza por haber osado violar las leyes del paraíso.

Sea como sea, la novela Don Juan de Gonzalo Torrente Ballester merece una lectura atenta, no obstante,  la prosa es muy sencilla, fluida y con mucho ritmo, de modo que se lee fácilmente y sin gran esfuerzo.

Por su gran contenido filosófico, porque al poner la seducción como personaje principal  es muy innovadora, y por su sencillez en la estructura, esta novela merece mucho la pena. Espero que la puedan leer y disfrutar como yo de los momentos más hermosos de la literatura acompañados de este gran maestro de la narrativa.




miércoles, 22 de abril de 2015

Job de Joseph Roth


Al igual que el pasaje bíblico, este libro trata de la tragedia de un hombre llamado Mendel. El personaje sufre las mismas travesías de Job, en el sentido de que pierde su dinero y a su familia, sin embargo es un hombre de principios del siglo XX, por eso la historia se desarrolla en nuestra sociedad moderna. Mendel es castigado, entre comillas, por Dios, quien lo pone a prueba para descubrir o demostrar que le es fiel y que su fe lo salvará.

En un principio, Mendel vive en la Polonia de principios de siglo, después, gracias a la ayuda de su hijo mayor, Shemariahu, emigra a los Estados Unidos junto con su esposa Deborah y su hija Miriam.

La posibilidad de abandonar Europa y aprovechar las oportunidades que ofrece el Nuevo Mundo se ve opacada por un suceso que parece inhumano, pues la familia deja un poco abandonado al menor de los hijos que está afectado por un retraso mental, Menuchim desde su nacimiento tiene problemas para hablar y hasta la adolescencia no logra decir más que la palabra "Mamá". Los otros hermanos tratan de matarlo en la infancia, sin embargo el chico sobrevive y al final de la novela se presenta como un salvador, ya que regresa convertido en director de orquesta.

Menuchim es el símbolo de la bondad de Dios, Roth emplea al personaje, ocultándolo en dos tercios de la novela, para cerrar la historia con un final conmovedor que te impide evitar las lágrimas.

El libro es muy corto, son un poco más de cien páginas, pero la historia conmueve a más no poder. Recomiendo mucho este libro. Joseph Roth es uno de mis autores favoritos.


Lo dejamos por un Ipad

 
Me pregunto cómo he podido llegar a esta situación tan ridícula. Es verdad que en varias ocasiones me he conducido como un patán, pero es que no hay derecho a que todo el mundo trate de controlar mi vida y, lo peor, que de la opinión de los demás dependa mi estado de ánimo, al final, creo que todos estos cacharros electrónicos son los culpables de mi malestar.
No sé con exactitud qué es peor, si seguir en este círculo vicioso donde mi humor depende de la respuesta a mis selfies, los “me gusta” cuando cuelgo una foto, los comentarios cuando hago una publicación, las críticas en contra de mis opiniones en un foro; o la indiferencia total.
Antes, no tenía esa angustia de no saber si mis colegas, admiradores y enemigos aprobaban o desaprobaban mi conducta en mis participaciones en las redes sociales, pero últimamente, ya no puedo vivir sin las visitas a todas mis aplicaciones multimedia. Al día haré más de cien o unas doscientas revisiones.
Me asombra que a veces estoy deshecho, me da una depresión horrible, porque nadie me visita en mi blog, cuando nadie le pone una manita con pulgar a mis fotos me enfado, cuando alguien dice algo de mí y, al hacer el comentario de respuesta, me ignoran, hasta quiero romper la computadora. ¿Qué me pasa?
Ahora mismo estoy fatal. He tirado mi compu portátil por la ventana, es que iba muy lenta y no podía mantener una discusión en el chat, decidí enviarle una cadena de sms a mi desagradable interlocutor, pero mi teléfono tiene una función de corrección de textos, me los cambia al inglés, que no puedo cambiar porque el programa del aparato no me lo permite, tendría que actualizar el androide y buscar aplicaciones en play store, pero cuándo te vas a poner a hacer eso en una discusión, además mi fono es pirata.
Me he preparado una taza de nescafé y estoy tratando de razonar un poco sobre las causas de este estado de angustia. Conciencia está ofendida, sentada frente a mí con su cara de indignación, ni siquiera me mira, tiene la cabeza levantada y hace como que no me ve, he tratado de comunicarme con ella por medio de Sentido Común pero él tampoco quiere dirigirme la palabra, dice que eso de tirar el regalo que me hizo mi hermana por la ventana, solo porque se había colgado un rato, fue una burrada. Los entiendo a los dos pero tengo mis objeciones.
Para la primera, la dama criticona y confianzuda, sería necesario que supiera que estoy tranquilo y satisfecho por haberle dicho a mi novia Lola que hiciera lo que quisiera cuando tenía la peor depresión de su vida, no podía entender que yo tenía que contestar un montón de mensajes y subir un artículo en mi blog, con qué cara me exigía que saliera de inmediato a consolarla por no sé qué niñería, y luego se quiso hasta suicidar, ¿será tan inútil?
Para el segundo, ¿qué podía hacer yo? Es cierto que Sentido Común me dijo que lo mejor era dejarlo todo y salir de inmediato en su ayuda, que de ser verdad lo de mi novia Lola, tendría que afrontar las consecuencias después, y así pasó, pero no fui yo el culpable. Al principio sí le hice caso a mi compañero inseparable y hasta me vestí para salir en ese momento, pero cuando ya estaba a punto de irme, entró en línea un contrincante que tengo en el juego de los tanques de guerra y, como ya me había ganado la vez pasada, tenía que desquitarme, me regresé y empecé a jugar, Sentido Común me comenzó a echar la bronca y a jalarme del brazo, pero yo le dije que ni lo intentara, que no iba a salir mientras no ganara. Estuve lidiando con mi rival y con el otro, el que no me soltaba el brazo, y perdí de nuevo. Me puse mal, rompí la consola del nintendo.
Conciencia, que está con mala cara frente a mí, en aquel trágico momento me dijo que si no iba a ver a Lola, los dolores los padecería yo, luego. Eso fue el peor augurio porque después me llamó mi cuñada muy alarmada diciéndome que la Lola se había tomado no sé cuantas pastillas.
-Ha sido por tu culpa.-Me dijo con rencor Alicia.- En ese momento saltaron estos dos mudos que ahora no quieren hablar, pero esa vez sí que me gritaban, la una me decía: ¿ya lo ves?; el otro: “¿Pero serás animal? Cualquier persona, hasta la más cruel habría dejado los malditos cacharros y se habría ido a ver a la novia”
Cuando al final salí para ir al hospital pasé por una tienda donde se venden teléfonos móviles  y los Ipads, por pura curiosidad me metí a preguntar por el precio del último Ipad mini, cuesta un ojo de la cara, pero cuando le pregunté por las aplicaciones al chico que atendía, me sorprendió que con ese aparato resolvería todos mis problemas.
-Este no se te cuelga nunca,- me dijo el chaval, que parecía un experto a su corta edad, así somos ahora, pensé, lo sabemos todo,- y puedes configurar lo que quieras, además mira qué diseño, incluso te lo puedes llevar con un plan de crédito fantástico, podrás conectarte al wifi cuando quieras y la tarifa da risa.
-Bueno, lo pienso y vengo en la semana, ahora no puedo decidir porque mi novia está en el hospital.
-No te preocupes, la promoción está hasta fin de mes. Ah, y que se recupere tu novia.
-Gracias, hasta pronto.
Llegué finalmente al hospital acompañado de estos dos inconformes que me decían lo que tenía que hacer, decir y cómo debía conducirme en una situación tan complicada, pero la cagué.
Lola estaba muy mal, se veía como zombi.
Dile algo agradable,-me dijo Sentido Común,-pero piensa bien las palabras. Por desgracia, no se me ocurrió nada y lo único que hice fue acercarme a mi novia y darle un beso, no me gustó porque tenía los labios secos, ásperos, como con escamas. ¿Te gustan estás flores?- era la primera vez que le regalaba un ramo. Con un movimiento de la cabeza dijo que sí, pensé que no podía hablar y me sentí incomodo porque sabía que quien tendría que llevar la conversación sería yo.
Empecé disculpándome y prometiéndole que en el futuro sería mejor y que no le causaría ningún disgusto. En realidad, el disgusto era mío porque en ese momento me estaban mandando un montón de mensajes en sms y quería saber quién era. Durante unos minutos, Lola y yo nos miramos y hasta nos reímos un poco, luego le comenté lo del Ipad y ahí se terminó todo.
-¿Es que no te acuerdas que me habías prometido comprármelo para mi cumpleaños?- Era verdad, se lo había prometido cuando estaba haciendo algo del blog y luego se me olvidó. En su cumpleaños le di un modesto reproductor de música, que me habían dado como regalo junto con la tele que mi hermano y yo compramos para mi mamá, y seguro que eso fue lo que la hizo perder el control. Traté de disculparme, mientras Conciencia me veía con rencor, y le dije que en cuanto hiciera algún trabajito por ahí, le compraría el mejor Ipad, pero no pude cumplir con lo prometido por falta de encargos porque, como por arte de magia, nadie me llamó ni para saludarme.
Ayer Lola salió del hospital y, al llegar a su casa, me miró de forma interrogativa, yo no entendí, pero la parejita de inconformes que no me deja en paz me empezó a recriminar y dar consejos al mismo tiempo: ¿te acuerdas de lo que le prometiste?-decía ella; él, por otro lado, en tu lugar yo iría a pedirle dinero a mi hermano y compraría el Ipad. No pude decidir nada porque frente a mí estaba el otro, el peor de todos: vanidoso, egoísta, soberbio, arrogante, presumido a morir. –No se lo compres, de nada le va a servir y de todos modos la vas a dejar,- Mi inseparable parejita de torturadores puso el grito en el cielo. Conciencia me dijo que eso estaba mal, que sería lo último que me permitiría hacer. Sentido Común masculló cosas que no entendí y se salió disgustado. Total que me fui y decidí comprarle a Lola lo que quería, sin embargo, creo que me lo voy a quedar porque después de la caída, desde la cuarta planta, mi ordenador ya no funcionará.