Tuve la
fortuna de que cayera en mis manos la novela de Gonzalo Torrente Ballester, Don
Juan. Con pesar, lamento decir que aunque estemos en una época en la que la red
nos proporciona los medios para conseguir casi cualquier cosa, en el caso de
esta novela es diferente, porque al parecer, no hay una edición electrónica de
e-pub en ningún lado y los ejemplares en papel son muy pocos. Tal vez esto se
deba a la falta de una valoración adecuada de la obra y no se haya difundido lo
suficiente; quizás sea porque el libro data del año 1963, o tal vez, porque hay
tantos libros en Internet que recuperar algunos que no tuvieron en su tiempo una
resonancia espectacular resulta casi imposible.
Es una lástima
que algunos escritores y su obra queden ensombrecidos por la crítica y esto
ocasione que con el tiempo se vayan quedando en la completa oscuridad. Sobre
este libro se ha escrito muy poco, pero desde mi punto de vista, la obra es una
joya de la literatura. En primer lugar porque el tema central es la seducción,
creo que el mensaje que trata de dar el autor es el de una interrogante como la
siguiente: “¿Qué pasaría si Don Juan se quedara en la tierra con el aspecto de
un hombre de cuarenta años y viviera hasta la actualidad?
Para responder
tendríamos que pensar en la esencia del personaje que, como suponemos, se
dedicaría a seducir a las mujeres, pero está claro que la pura obtención del
placer sexual se iría transformando poco a poco en otra cosa porque no es lo
mismo seducir a una mujer a los veinte que a los cincuenta, sobre todo en el
caso del personaje, que no solo cumplirá cincuenta, sino cuatrocientos y ¿qué
pasará con su estrategia para dominar el espíritu femenino? ¿Cuántas cosas
descubrirá en las mujeres? y, lo más álgido, ¿qué tipo de placer demandará
cuando la satisfacción sexual no sea suficiente o haya pasado a un plan tan
banal como el comer o dormir?
Si consultamos a George Bataille y descubrimos
que el erotismo es la incitación a reproducirnos y entre más se haga sentir esa
necesidad de unión con el sexo opuesto, a través de las provocaciones, más
grande será el deseo. La idea anterior nos llevará al meollo del asunto, pues está
claro que el erotismo está en el juego de la seducción y este juego podría
llegar a ser cruel, sofisticado o celestial. ¿Hasta dónde podría conducir a una
mujer el juego de este seductor experimentado? La respuesta está en la novela.
En segundo
lugar, mientras se decide en el cielo, con una prolongada discusión entre Dios
y el diablo, si el alma de don Juan es
rescatada del pecado o condenada, el hombre permanece en la tierra y, dada su
capacidad de comprensión aprende a
adaptarse a las diferentes épocas, se camufla y sigue con su conducta habitual
de gigoló. En la novela don Juan va
acompañado de Leporello, el personaje de la ópera de Mozart, tiene una amante
sueca de nombre Sonia, y el personaje principal que es el mismo narrador se ve
encerrado en un juego teatral organizado por don Juan y sus compinches. Gracias
a los recursos de la novela de ficción que emplea Torrente Ballester cualquier
suceso fantástico que se lea suena real. El secreto puede radicar en que hay, en
la trama, una pequeña obra de teatro representada en la ciudad de París donde
le suceden esas cosas increíbles al narrador.
Otro aspecto
muy interesante es el apócrifo del pasaje del pecado original, donde Eva come
del fruto prohibido. En esta parte el autor nos persuade a interpretar la
actitud de Adán en el paraíso, nos muestra el aspecto psicológico de Adán y de
su compañera, la cual desobedece al creador porque se ve asaltada o atosigada
por los celos y la intriga. Eva logra que su esposo se solidarice con ella
pero, como se dice, en el pecado va la penitencia. En cierta forma, este pasaje
es una invitación al razonamiento, quizás el autor nos quiso dar a entender que
la actitud del hombre, al seducir a las mujeres engañándolas, es una forma de
pequeña venganza por haber osado violar las leyes del paraíso.
Sea como sea,
la novela Don Juan de Gonzalo Torrente Ballester merece una lectura atenta, no
obstante, la prosa es muy sencilla,
fluida y con mucho ritmo, de modo que se lee fácilmente y sin gran esfuerzo.
Por su gran
contenido filosófico, porque al poner la seducción como personaje principal es muy innovadora, y por su sencillez en la
estructura, esta novela merece mucho la pena. Espero que la puedan leer y
disfrutar como yo de los momentos más hermosos de la literatura acompañados de
este gran maestro de la narrativa.
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